El teléfono inteligente es el dispositivo de tecnología que más se utiliza en la vida cotidiana y acompaña a los usuarios a todas las partes, bien sea para escuchar música en la ducha hasta disfrutar un rato con amigos en la playa. Con esto, muchos piensan que la resistencia al polvo y al agua viene predeterminada en los dispositivos, pero la realidad es que no todos cuentan con esta capacidad.
La certificación IP permite clasificar dispositivos en diferentes grados de resistencia contra el agua y el polvo. Es una norma internacional que sigue las mismas pruebas y reglas en todo el mundo. La compañía que certifica un dispositivo suele representar dicha certificación con un IP seguido de dos cifras.
La primera cifra hace referencia a la resistencia contra el polvo o partículas de diferentes tamaños. La escala va del 0 al 6, siendo 6 la mejor nota que un dispositivo puede conseguir. La segunda cifra determina la resistencia a líquidos del dispositivo. Esta escala va del 0 al 9K, siendo este último el grado de mayor resistencia. En un smartphone lo más común es encontrar certificaciones IP53, IP54, IP55, IP67 e IP68.
¿Cómo se obtiene la certificación IP?
TÜV Rheinland, una organización nacional de certificación de pruebas, certifica la capacidad de resistencia al polvo y al agua del dispositivo. Para otorgar un grado IP6X, la organización abre un agujero de 6π en una cierta profundidad en la parte posterior de un teléfono inteligente, al cual se conecta una manguera para que inyecte artificialmente polvo en el interior. Así, se observa si cualquier polvo se cae fuera del dispositivo al final del procedimiento.
Para IPX7, se coloca el teléfono inteligente en un tanque de agua de un metro de profundidad durante 30 minutos y se comprueba si aún funciona correctamente cuando vuelva a la superficie. También se desmonta el dispositivo para ver si éste ha sido inundado.
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