En un audaz intento por cuestionar el reinado del dólar, la propuesta de una moneda conjunta de los BRICS ha topado con un imprevisto escollo: China. Datos proporcionados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) arrojan una reveladora perspectiva: para el año 2028, el G7, compuesto por naciones como Estados Unidos, Japón y Alemania, representará el 27 % del PIB global, mientras que los BRICS abarcarán un 33 %.
Esta potente alianza ha captado la atención de 40 países ansiosos por unirse a sus filas; entre ellos, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Argentina se perfilan como los más cercanos al ingreso.
Sin embargo, este camino hacia la consolidación no está exento de desafíos. En un giro inesperado, China ha emergido como una voz discordante. Mientras el sueño de una moneda BRICS resuena en los pasillos del poder, China ejerce su influencia en busca de un mayor control. La tensión entre China e India, avivada por disputas en la región del Himalaya, ha dejado un rastro de 20 vidas perdidas en 2020. Incluso se ha llegado al punto álgido de despliegue de cazas de combate en la frontera, evocando sombras de conflicto.
Los mares tampoco están exentos de tensiones, con el estrecho de Malaca emergiendo como un escenario clave de rivalidad estratégica entre estas dos gigantes. Pero China no es la única que inflama estas aguas; el caso de Marruecos, alineado estrechamente con Washington, destaca su desinterés en unirse a este grupo de naciones desafiantes. Observando las crecientes tensiones entre la India y China, Marruecos parece cauteloso ante las posibles turbulencias que podrían acompañar la unión a los BRICS.
En un mundo donde los bloques económicos libran batallas por la supremacía, la propuesta de una moneda BRICS se levanta como un audaz reto al dominio del dólar. Sin embargo, los desafíos que emergen, encarnados por la influencia y las rivalidades de China, dejan en claro que el camino hacia una alternativa monetaria unificada estará marcado por obstáculos y dilemas geopolíticos complejos. El resultado final podría reconfigurar el panorama global de manera inimaginable.